En un estudio reciente publicado en Investigación en psiquiatríalos investigadores examinaron las asociaciones entre el consumo de cannabis y los trastornos del sueño.

Fondo
La edad adulta emergente se caracteriza por una alta frecuencia de trastornos del sueño. Los estudios han informado que la mala calidad del sueño es común entre los estudiantes. Esto es aún más preocupante dados los efectos perjudiciales de los cambios en el sueño sobre la salud física/mental y las capacidades cognitivas. Además, la crisis de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) ha exacerbado aún más las preocupaciones sobre el sueño.
Aunque el uso de cannabis es ilegal en Francia, es común entre los jóvenes. Si bien la despenalización/legalización del cannabis se ha debatido durante décadas, el alto nivel de consumo entre los jóvenes es alarmante y podría resultar en problemas de salud persistentes hasta la edad adulta.
Sobre el estudio
El presente estudio evaluó las asociaciones entre los trastornos del sueño y el consumo de cannabis. Fue un análisis transversal de una cohorte de observación (iShare) de estudiantes de habla francesa de institutos de educación superior y universidades en Francia. La información sobre características sociodemográficas, hábitos de vida y estado de salud se obtuvo al inicio y mediante cuestionarios de seguimiento.
El equipo investigó si los participantes tenían insomnio, somnolencia diurna excesiva (EDS), privación del sueño o mala calidad del sueño en los últimos tres meses. Se pidió a los participantes que indicaran el consumo de cannabis en el último año. Las respuestas se estratificaron en diaria, semanal (de uno a seis días a la semana), mensual (hasta tres veces al mes) y rara vez/nunca (menos de una vez al mes).
Las características sociodemográficas, los comportamientos de salud y los diagnósticos previos de salud mental se incluyeron como covariables. Se aplicó una regresión logística multivariable para evaluar la relación entre el consumo de cannabis y las molestias del sueño. También se realizaron análisis estratificados para determinar si la asociación era persistente entre estudiantes con y sin diagnósticos previos de salud mental.
Recomendaciones
La muestra analítica final estuvo compuesta por 14.787 participantes con una edad media de 20,4 años. La mayoría de los sujetos eran mujeres (75,5%); El 39% eran estudiantes de primer año y el 23% cursaba estudios de salud. Casi el 14 % y el 12 % de los participantes tenían antecedentes de ansiedad y depresión, respectivamente. El consumo diario, semanal y mensual de cannabis fue autoinformado por el 1,5 %, el 4,4 % y el 20,5 % de los estudiantes, respectivamente.
El consumo semanal/diario de cannabis fue más frecuente entre los hombres y los que fumaban más de 10 veces al día, bebían > tres veces por semana, consumían somníferos o tenían una situación económica deficiente. Además, los estudiantes que tenían ansiedad/depresión usaban más cannabis. El insomnio fue autoinformado por el 22,7% de los estudiantes. Era más común entre las mujeres y las que reportaban un bajo nivel económico, usaban somníferos y fumaban más de 10 veces al día.
La edad no se asoció con el consumo de cannabis, y el sexo y la edad no se asociaron con el insomnio. La prevalencia de insomnio aumentó con la frecuencia de consumo de cannabis, es decir, del 22,3 % en los que nunca o rara vez consumían cannabis al 41 % entre los consumidores diarios. Además, una mayor frecuencia de consumo de cannabis se asoció con mayores probabilidades de tener insomnio.
El consumo diario/semanal de cannabis se asoció con el insomnio después de ajustar por características sociodemográficas y comportamientos de salud. Los hallazgos fueron similares para EDS, privación del sueño y mala calidad del sueño. El insomnio fue más común entre los consumidores de cannabis, independientemente de su historial de ansiedad o depresión.
El consumo diario de cannabis fue mayor entre los estudiantes con antecedentes de depresión/ansiedad que entre los que nunca o rara vez consumían cannabis. No hubo diferencias significativas en la asociación entre el insomnio y el consumo de cannabis en los análisis estratificados. Asimismo, los análisis estratificados para otras molestias del sueño fueron comparables.
Conclusiones
Para resumir, el equipo notó que las probabilidades de tener insomnio aumentaron en un 45 % en los consumidores de cannabis que en los no consumidores. Estas estimaciones aumentaron con la frecuencia del consumo de cannabis y fueron dos veces más altas en los usuarios diarios que en los que nunca o rara vez consumían cannabis. La EDS, la privación del sueño y la mala calidad del sueño se asociaron de manera similar con el consumo de cannabis.
Los hallazgos revelaron que los estudiantes con un diagnóstico histórico de depresión/ansiedad tenían tasas más altas de consumo de cannabis y problemas de sueño que los que no lo tenían. Los análisis estratificados indicaron que las molestias del sueño eran más frecuentes en los consumidores de cannabis, independientemente de su historial de diagnósticos de salud mental. No obstante, las estimaciones fueron mucho más altas en aquellos con antecedentes de diagnósticos de salud mental.
En particular, el estudio implementó parcialmente un método de reclutamiento de bola de nieve y la participación voluntaria limitó la representatividad. Además, las alumnas estaban sobrerrepresentadas en la muestra y presentaban un menor consumo de cannabis y problemas de sueño más frecuentes. Por lo tanto, se debe tener precaución al interpretar los hallazgos.


